martes, 26 de abril de 2011

Las maquinitas de cristal líquido.

Conocidas tecnicamente como LCD Hand-Helds, causaron furor allá por los 80, una época en la que la palabra portatil era pura utopia. Estos engendros de la retroelétrónica eran videojuegos extremadamente simples pero que podian generar una adictividad diabólica. Si naciste en esta época y no tuviste al menos una de estas maquinitas, considerate un desgraciado sin infancia.

Eran un buen placebo para todos aquelos niños que no podian invertir gran parte de su paga en las recreativas rompebolsillos, mientras veian como el gordo-rico-hijodeputa de su barrio se dejaba un dineral.

Su temática era monótona y repetitiva hasta la saciedad. Consistia generalmente en ir recogiendo cosas que caian del cielo ya fueran pelotas, aros o niños muertos. Otras consistian en esquivar (como las de coches) y en las menos podiamos disparar o cualquier cosa que pudiera acercarle a la idea de un verdadero videojuego. La jugabilidad consistia en un aumento progresivo de la velocidad o el número de cosas a recoger o esquivar hasta que tus ojos inyectados en sangre aguantaran sin reventar.

El diseño estandar tenia la pantalla en el centro con un decorado predibujado al fondo de esta y un botón a cada lado que machacar, para mover al personaje. Estos botones tenian un relieve que no tardaba en desaparecer por el uso, quedando literalmente planos y llegando en un momenso a ser inaccesibles para los dedos.

Mención aparte merecen los irritantes pitidos que componian el apartado sonoro, capaces de sacar de quicio a toda tu familia hasta que te estrellaban a ti o a la maquinita contra la pared.

Solian llevar un alambre en su parte trasera en una absurda idea de sostenerla en una mesa. Este aderezo absolutamente inutil, acababa sirviendo como arma blanca de fácil acceso para los más quinquis.

El aparato utilizaba pilas de botón, en una época en la que no existia reciclaje ni mariconadas de esas, millones de pilas acababan en el fondo del cubo de la basura al gastarse, cosa que por cierto ocurria con una frecuencia constante. Para colmo, la tapita encargada del cierre de la pila, era practicamente imposible de no perder, teniendo que recurrir a medios peseteros para sujetar la pila y dando totalmente al traste con la estabilidad en el funcionamiento, lo cual, si ocurria en medio de una partida avanzada, te impulsaba sin remedio a apretar como un poseido la pantalla hasta dejarla azul.

Lo mejor de las maquinitas, es que cada juego contaba con un diseño de carcasa exclusivo, siendo por esta razón un blanco idoneo para el coleccionismo friki. No era difícil tampoco que títulos de renombre de máquinas recreativas, tuvieran tambien su réplica portátil, más como homenaje que como un intento real de acercarse a las titánicas excelencias técnicas por entonces de los arcades. Ni que decir tiene que el lumbreras que portó el mítico Tetris a hand-held se tiene que estar bañando en champange.

Sin moverse del mismo concepto, habia maquinitas más complejas, con más botones, direcciones o acciones. Destaco las de la serie "Game & Watch" de Nintendo, muchas de ellas tenian pantalla doble y el diseño inspiró evidentemente a la NDS que ha arrasado en nuestros dias.

¿Donde habré visto esto ahora?

Había tambien unas maquinitas superiores en tamaño, que se asemejaban a pequeñas arcade que, tomando el concepto de movimiento de las hand-held, hacian juegos un pelín más complejos e incorporaban hasta un pequeño joystick. Estas maquinas eran piezas de deseo y alcanzaban precios prohibitivos para la época. Si no tenias su correspondiente adaptador a corriente, la gasolina que chupa un Rolls Royce es calderilla en comparación al gasto de pilas gordas que se comian estas bichas.

Misma mecánica pero apariencia brutal e irresistible.

Curiosamente Nintendo fue la mayor culpable de que las maquinitas cayeran en el olvido tras la demoledora irrupción de su mítica Game Boy a principios de los 90, que incorporaba un procesador y juegos intercambiables al concepto de hand-held. Un salto técnico definitivo que haria palidecer a nuestras queridas maquinitas, convirtiendolas de un plumazo, en miserables anticuallas.

PD: Dedico esta entrada a mi amigo Wen, cuyo enlace a una web dedicada a esta maquinitas, he reestimulado mi actividad bloguera, al margen de otros muchos pincelazos retro que nos unen e iran apareciendo en este blog.

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